¡Hoy merendamos!

Por José María Ruiz del Álamo

Charles Chaplin  y Jackie Coogan en El chico.


Aquel fue un día de recogimiento, para dar descanso al cuerpo. La semana acumulaba fatiguitas. Se agradeció el sosiego del domingo. A ello súmese el relax de contemplar la nevada que cayó sobre Madrid (ciudad). Finalicé los menesteres de la casa a primera hora, y buena acogida me deparó el sofá, donde di a la lectura con la prosa de Lorenzo Silva, las aventuras de los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro entretuvieron mi mente.

La paz del vermut dio paso a unos sabrosos huevos fritos con arroz blanco, culminada con un café fuerte. Y tras los cristales, los copos de nieve seguían presentes. Un reposo terapéutico completado en simbiosis con el susurrante aleteo del programa radiofónico La estación azul, una hora dedicada al mundo literario, conducido por Ignacio Elguero y Cristina Hermoso de Mendoza.


Para dar continuidad a la tarde, para dar continuidad al bienestar (y bien estar) me propuse un programa doble de cine a escala de televisión, y gracias al vídeo tuve la compañía de Clint Eastwood (Poder absoluto) y Carole Lombard (Matrimonio original). Claro que entre película y película vine a procurarme un intermedio. El tiempo justo para degustar una cerveza escoltada de pistachos, anacardos, nueces, patatas fritas y cortezas.

A mis labios asomó la palabra “merienda”, pero no, aquel refrigerio no merecía tal denominación. A lo sumo alcanzaba a ser un picoteo. Merendar es una palabra que me remite al festejo, a comer con alegría. Claro que la Real Academia Española de la Lengua (RAE) se muestra lacónica al definir merendar como “tomar algo en la merienda”, donde se especifica merienda como una “comida ligera que se toma a media tarde”.

¡Qué sosaina se muestra esta RAE! ¡Qué sabrá ella de meriendas! ¡Qué ñoñería escribir “comida ligera”! Parece que estos académicos nunca se han dado una “merendola”.

Para mí, la simplicidad es el gran baluarte, algo tan banal como un pedazo de pan y unas onzas de chocolate vienen a significar un canto a la reminiscencia. Ahí me veo con dos o tres años asistiendo a los cines de barrio con mis padres. Durante la película me proporcionaban ese avituallamiento para apagar el hambre y alargar el silencio. Una hogaza de pan untada de mantequilla y rociada de azúcar era el recibimiento que me dispensaba mi abuela al llegar a su casa. Y al término de las clases por la tarde, se unía el regalo de algún bollo (Tigretón, Pantera Rosa) o una pieza de fruta.

La merienda no resulta una comida obligatoria, no se come a la fuerza. Es un divertimiento degustativo… Siendo barroco podría prepararme una rebanada de pan bien untada de mantequilla (de Soria), y otra capa de mantequilla holandesa (esa de tres colores), un toque de Nocilla, mermelada y un punto de mahonesa. Un volcán, ¡vaya cóctel! Llámese inconsciencia culinaria. Claro que si por algo me pirraba (y me pirro) es por una papilla de frutas. Toda una delicatessen.

“Hoy salimos a merendar”, decían mis padres. Y aquello era una alegría. Las más de las veces tomábamos chocolate con churros, pero tampoco le hacíamos asco a las raciones (nunca tapas ni pinchos), claro que mi predilección se decantaba por los bocadillos de entresijos y gallinejas. ¡Qué gran palabra: “bocadillo”! Nunca he sido de sándwich.

Sin lugar a dudas, el gran protagonista de estas horas vespertinas es el bocata. Y entre sus migas el fiambre más apetecible, también acepta de maravilla los calamares, las tortillas (francesa y de patata) o los pimientos fritos. Sin lugar a dudas, solo resta alabarlo. Loado sea el bocata. Y cuando celebrábamos el cumpleaños, invitábamos a los compañeros de clase a merendar a casa, porque una tarta se ha hecho para comerla por la tarde. ¿Quién no ha tomado alguna vez una merienda-cena?

Unos sabores de la infancia que a estas alturas hemos ido dando al olvido. En definitiva, quien merienda se nutre de felicidad. ¡Seamos felices!

1 comentarios:

  1. Absolutamente deliciosa redacción y argumento que me ha llevado de la mano a mis más antiguos recuerdos de meriendas, bocatas y bollos de mi niñez. Maravilloso!! Loada sea la merienda!!! Precisamente hoy, y para homenajear este artículo, pan con chocolate!! Ole!

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