Cambio de firma

Por José María Ruiz del Álamo

Texto y firma de Cervantes.
Probablemente resulte egoísta por mi parte; quizá la lucha estaba perdida de antemano; quizá sea más honesto presentarme de esta manera, pues así me hallo y aquí me encuentro.

Bien podía haberlo pensado antes, pero en aquel entonces este mundo de internet no existía. No te perdías en el conglomerado de las búsquedas. Mi firma resultaba única, sobre el papel quedaba impresa, máxime cuando solo escribía de cine, y en ese esfera todo se reduce.

Pero en esta red de redes no se viene a hacer distingos, todo es uno, por ello he decidido ser más uno en el todo. Mi signatura se pierde. Porque es teclear José María Ruiz en el buscador de Google y encontrarme con la noticia de la exhumación del cadáver de José María Ruiz-Mateos. Esta gota colmó el vaso.

Contento estoy con mi nombre, aunque bien común sea. Hasta elucubré una historia sobre su origen: Mi abuelo se llamaba Juan José, tuvo un hijo al que puso su mismo nombre, posteriormente nació mi progenitor, y le bautizó como José María. ¿Por qué esta repetición? Lo mismo quiso rendir “homenaje” a su jefe, ya que era secretario del escritor José María Carretero. Lo demás ya resulta prosaico: mi padre se casó con María, tuvieron la parejita, a mi hermana María y a este José María que escribe en esta página. La verdad, se lo curraron poco.

Para firmar añadí el primer apellido, pero a estas horas Google dice que existe un josemariaruiz.com: Hombre dedicado a la comercialización de tejidos naturales, apreciado por la alta costura y proveedor de telas reales (a casas reales, claro). También hay un niño cantante con la misma nomenclatura, famoso por ganar un concurso televisivo. No sé lo que pensará una amiga al oír su versión de El sitio de mi recreo. Y si tres son multitud, con Ruiz-Mateos ya ni te cuento. El maremágnum de internet te deja fuera, desapareces. Añádase que por ahí también circulan un periodista de Radio Nacional y un sindicalista con idéntico nombre.

¿Quién no se ha buscado en esta red? “Solo” son 23.400.000 los resultados que se hallan al teclear José María Ruiz. Se reducen a 429.000 alcances si añado mi segundo apellido. Y si escribo entrecomillado el nombre con los dos apellidos, se filtran 1.480 resultados. Parece mentira.

¡Ay, si tuviese apellidos singulares o un original pseudónimo! Alguna que otra vez he firmado de esa guisa y rindiendo homenaje a José María Carretero, conocido como El Caballero Audaz, que poco tenía de caballero y mucho de audaz. Adjetivo que provenía de una novela de Benito Pérez Galdós de quien era admirador. Por ello opté por denominarme el josito audaz (todo en minúscula), aunque solo lo utilizo cuando escribo cabreado y doy algún que otro palo, y bien mirado no es muy propio otorgar audacia a un diminutivo (aunque por ahí están Garbancito y Pulgarcito, mas quedan amparados por la mayúscula). También puede hablarse de nombres artísticos: John Wayne, James Dean, Sofía Loren, Mark Twain, Camarón de la Isla…

Cabe preguntarse si nos pesa el nombre que nos concedieron, o si en la vida nos han condicionado los apellidos. Es un tema serio, no vaya a suceder el caso (falso) de Dolores Fuertes de Barriga, o aquel Don Gonzalo González de la Gonzalera, novela de José María de Pereda. En México quisieron llamar a un niño Escroto. No lo permitió el funcionario. En España intentaron colar el nombre de Autonomía, se podía crear un conflicto, no llegó a buen puerto. El Instituto Nacional de Estadística afirma que hay 1.500.000 españoles que tienen como primer apellido García; otros tantos con el segundo, y son 80.000 quienes se apellidan García García.

El pasado mes de junio de 2017 se ha promulgado una ley donde los padres deben elegir el orden de los apellidos, si no lo hacen será el funcionario quien decida. También los hijos, alcanzada la mayoría de edad, pueden alterar el orden de los apellidos. Así nos encontraremos a hermanos con los apellidos intercambiados. Allí, en el Registro Civil, constan todos los nombres (Saramago en el recuerdo), y el Documento Nacional de Identidad nos otorga un número, una rúbrica y una huella dactilar.

En definitiva, desde hoy formalizo el cambio de firma. Me posiciono con los dos apellidos: José María Ruiz del Álamo.


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